Introducción
La reciente ratificación de la calificación crediticia de México en ‘BBB’ con perspectiva estable por parte de S&P Global Ratings representa una señal clara de confianza hacia el país en un contexto económico mixto. Esta decisión no solo reafirma la estabilidad financiera de la nación, sino que también llega en un momento clave, justo antes de que el nuevo gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum presente su Paquete Económico 2026. En este artículo, exploraremos en profundidad el significado de esta calificación, los factores que la sustentan y las implicaciones prácticas para inversionistas, empresas y responsables de políticas públicas.
Desde el papel de las agencias calificadoras hasta el impacto directo en el acceso a financiamiento, entender cómo se interpreta una calificación como ‘BBB’ resulta esencial para quienes operan en los mercados financieros. Además, abordaremos los riesgos latentes que podrían modificar esta valoración en el futuro, así como las oportunidades estratégicas que se abren en sectores clave gracias a fenómenos como el nearshoring.
¿Qué representa una calificación ‘BBB’?
Una calificación ‘BBB’ se encuentra dentro del rango de grado de inversión, lo que indica que un país tiene una capacidad adecuada para cumplir con sus compromisos financieros, aunque con mayor vulnerabilidad ante cambios adversos en las condiciones económicas. Esta categoría es vital para atraer capital extranjero, ya que muchos fondos institucionales solo invierten en activos con calificaciones dentro de este rango.
México ha mantenido esta calificación desde 2005, lo que refleja una consistencia económica notable a lo largo de diversas administraciones y contextos macroeconómicos. Este nivel de estabilidad lo diferencia de otros países latinoamericanos que han sufrido rebajas significativas en sus calificaciones.
En resumen, mantenerse en ‘BBB’ significa que México es considerado un destino de inversión relativamente seguro, lo que le permite conservar tasas de financiamiento más bajas y acceso continuo a los mercados internacionales de deuda.
Importancia de la perspectiva estable
Más allá de la calificación en sí, la perspectiva estable indica que no se esperan cambios en la nota en el corto a mediano plazo, siempre que las condiciones actuales se mantengan. Esta perspectiva actúa como una especie de brújula para los inversionistas, sugiriendo que la política macroeconómica y fiscal del país está bajo control.
En el caso de México, la estabilidad política, la autonomía del banco central y la continuidad en las transiciones gubernamentales han sido fundamentales para sostener esta perspectiva. Un ejemplo concreto es el manejo prudente de la inflación y las tasas de interés por parte de Banxico en los últimos años.
Así, la perspectiva estable no solo es una señal de confianza, sino también una herramienta que reduce la volatilidad en los mercados financieros nacionales e internacionales.
Factores clave que respaldan la calificación
S&P destacó varios factores que sustentan la decisión de mantener la calificación de México. Entre ellos, una política monetaria prudente, un manejo fiscal relativamente disciplinado y un mercado interno de capitales en crecimiento. Estos elementos permiten al país absorber choques externos con mayor flexibilidad.
Un caso relevante es el crecimiento del sistema financiero mexicano, que ha ampliado su profundidad y resiliencia. Por ejemplo, la colocación de bonos gubernamentales en moneda local ha aumentado, reduciendo la dependencia del financiamiento externo.
En conclusión, la combinación de fundamentos macroeconómicos sólidos y una institucionalidad estable refuerza la credibilidad del país ante las agencias calificadoras.
La trayectoria económica de México
Durante las últimas dos décadas, México ha demostrado una notable consistencia en su política económica. A pesar de crisis globales como la de 2008 o la pandemia en 2020, el país ha evitado desequilibrios fiscales severos y ha mantenido la inflación bajo control.
Empresas como Bimbo o Grupo BMV han prosperado en este entorno, capitalizando la estabilidad económica para expandir sus operaciones tanto a nivel nacional como internacional. Estos casos ilustran cómo un entorno predecible beneficia directamente al desarrollo empresarial.
Esta trayectoria consistente es uno de los activos más valiosos del país y explica por qué México sigue siendo considerado un mercado emergente atractivo.
Riesgos que podrían afectar la calificación
A pesar de la ratificación, S&P identificó riesgos importantes que podrían presionar la calificación en los próximos años. Entre ellos destaca el posible deterioro de las finanzas públicas, especialmente si se incrementa el apoyo extraordinario a empresas estatales como Pemex y CFE.
Actualmente, la deuda neta del sector público ronda el 50% del PIB, un nivel manejable, pero que requiere vigilancia. En 2023, el gobierno destinó más de MXN $1.2 billones al rescate y sostenimiento de Pemex, lo que representa una carga fiscal significativa.
La estabilidad fiscal es clave para mantener la calificación. Si no se controla el gasto público, especialmente en sectores deficitarios, el país podría enfrentarse a una rebaja en su calificación crediticia.
Contexto inflacionario y monetario
La inflación general en México se sitúa en torno al 3.5%, dentro del rango objetivo del banco central. Esta cifra ha sido posible gracias a una política monetaria restrictiva que ahora empieza a relajarse con la expectativa de menores tasas de interés.
Este entorno favorece el consumo interno y puede impulsar el crédito productivo, beneficiando a sectores como el automotriz y el inmobiliario. Por ejemplo, BBVA México ha reportado un incremento del 12% en la colocación de créditos hipotecarios en el primer trimestre de 2024.
Así, la moderación de la inflación abre una ventana de oportunidad para dinamizar la economía sin poner en riesgo la estabilidad financiera.
Nearshoring: una ventaja estratégica
La reconfiguración de las cadenas de suministro globales ha posicionado a México como un destino clave para el nearshoring. La cercanía con Estados Unidos, combinada con estabilidad macroeconómica, lo convierte en una opción atractiva para empresas que buscan reducir riesgos logísticos.
Un ejemplo ilustrativo es Tesla, que anunció la construcción de una gigafábrica en Nuevo León, generando miles de empleos y atrayendo proveedores automotrices. Este tipo de inversiones dependen en gran medida de la percepción de estabilidad del país.
El nearshoring no solo impulsa el crecimiento económico, sino que también refuerza la calificación crediticia al diversificar las fuentes de ingreso y fortalecer la balanza comercial.
Relación bilateral con Estados Unidos
Uno de los factores más valorados por S&P es la habilidad de México para gestionar de manera pragmática su relación con Estados Unidos, especialmente en temas sensibles como el comercio y la migración.
La estabilidad del T-MEC y la cooperación en temas fronterizos han permitido mantener un flujo comercial robusto. En 2023, el comercio bilateral superó los USD $780 mil millones, con México posicionándose como el principal socio comercial de EE.UU.
Una buena relación con su vecino del norte reduce la incertidumbre política y comercial, apoyando directamente la estabilidad económica del país.
Implicaciones para los inversionistas
Para los inversionistas, esta ratificación refuerza la confianza en los activos mexicanos. Los bonos soberanos, por ejemplo, siguen siendo una opción viable dentro de carteras diversificadas orientadas a mercados emergentes.
Fondos como BlackRock o Pimco han mantenido posiciones importantes en deuda mexicana, aprovechando las tasas atractivas y el perfil de riesgo moderado del país. Esta confianza se traduce en menores costos de financiamiento para el gobierno y las empresas.
En definitiva, la calificación ‘BBB’ funciona como un sello de aprobación que facilita la atracción de capital internacional.
Oportunidades para empresas nacionales
Las empresas mexicanas también se benefician de esta calificación al obtener mejores condiciones de financiamiento y operar en un entorno macroeconómico predecible. Esto es crucial para planificar expansiones o incursionar en nuevos mercados.
Un ejemplo es Cemex, que ha aprovechado la estabilidad del país para emitir deuda en mercados internacionales a tasas competitivas, financiando su crecimiento en América Latina y Europa.
La calificación crediticia no solo impacta al gobierno, sino que permea en toda la economía corporativa nacional.
Expectativas para el nuevo gobierno
La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia introduce un nuevo capítulo en la política económica del país. No obstante, la ratificación de S&P sugiere que se espera una continuidad institucional y un enfoque pragmático en la gestión fiscal.
El Paquete Económico 2026 será una prueba clave. De su contenido dependerá en gran medida la percepción de los mercados sobre el compromiso del nuevo gobierno con la disciplina fiscal y la estabilidad macroeconómica.
La calificación actual ofrece un punto de partida sólido, pero mantenerla requerirá decisiones responsables y una visión de largo plazo.
Conclusión
La decisión de S&P de mantener la calificación de México en ‘BBB’ con perspectiva estable es una señal positiva para los mercados financieros y los actores económicos del país. Refleja una confianza sostenida en la disciplina macroeconómica, la estabilidad institucional y la capacidad del país para adaptarse a nuevos desafíos.
Sin embargo, esta ratificación también implica un compromiso: seguir fortaleciendo las finanzas públicas, manejar con prudencia las empresas estatales y aprovechar estratégicamente fenómenos como el nearshoring. Para inversionistas, empresarios y responsables de política pública, el mensaje es claro: México tiene una base sólida, pero no puede bajar la guardia.
Ahora más que nunca, es momento de capitalizar esta estabilidad para construir un crecimiento económico sostenible y competitivo en el largo plazo.




