Introducción
La reciente entrega del remanente de operación del Banco de México (Banxico) al gobierno federal ha reavivado el debate sobre la gestión de las finanzas públicas, la sostenibilidad fiscal y la autonomía del banco central. Aunque el monto de 17,994.8 millones de pesos es modesto comparado con entregas pasadas, su significado económico va más allá del valor nominal. Este análisis aborda los aspectos estructurales, históricos y estratégicos detrás del remanente, así como sus implicaciones futuras para la economía mexicana.
El remanente de operación: definición y fundamento legal
El remanente de operación de Banxico representa los excedentes financieros resultantes de sus actividades, particularmente las ganancias cambiarias derivadas de la depreciación del peso frente al dólar. De acuerdo con el Artículo 55 de la Ley del Banco de México, estos recursos deben transferirse al gobierno federal tras cubrir pérdidas pasadas y fortalecer las reservas de capital. Este mecanismo busca mantener el equilibrio entre la autonomía operativa del banco central y su contribución al Estado.
Un caso emblemático fue la entrega de 321,653 millones de pesos en 2016, lo que permitió al gobierno reducir deuda y fortalecer fondos de estabilización. Sin embargo, entre 2017 y 2023 no se entregaron remanentes, lo que evidencia la dependencia de factores volátiles como el tipo de cambio. La reaparición del remanente en 2024 se debe a una depreciación del peso del 23% y al fortalecimiento del valor contable de las reservas internacionales.
Comprender el marco legal y económico del remanente es clave para evaluar su uso potencial y sus limitaciones estructurales.
Contexto histórico y entregas anteriores
Históricamente, el remanente ha sido una herramienta fiscal extraordinaria. La entrega de 2016 fue la más significativa, facilitando ajustes fiscales sin recurrir a aumentos de impuestos o recortes drásticos. No obstante, su carácter no recurrente ha dificultado su incorporación en presupuestos multianuales. En los años siguientes, la ausencia de remanentes fue atribuida a pérdidas operativas y ajustes contables derivados de la apreciación del peso.
En comparación, el monto entregado en 2024 representa solo el 5.6% del remanente de 2016. Esta diferencia se explica por la necesidad de amortizar pérdidas acumuladas por 737,539.8 millones de pesos y fortalecer las reservas de capital con 81,232.2 millones. Estos movimientos contables, aunque necesarios desde una perspectiva prudencial, limitan la liquidez disponible para el gobierno.
La historia reciente demuestra que los remanentes deben considerarse ingresos excepcionales, sin depender de ellos para financiar gastos estructurales.
Destino y asignación del remanente
La Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria establece que el 70% del remanente debe destinarse a reducir deuda o déficit, mientras que el 30% restante se dirige al Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP). En este caso, 12,596 millones de pesos se utilizarán para aliviar el déficit y 5,398 millones fortalecerán el FEIP, cuyo saldo actual es de 97,209 millones, muy por debajo del pico de 279,771 millones en 2018.
Este fondo funciona como un amortiguador fiscal en tiempos de volatilidad, por lo que su fortalecimiento es crucial. Sin embargo, el impacto total del remanente en las finanzas públicas de 2024 será limitado, representando apenas el 0.05% del PIB. En un contexto de déficit fiscal estimado en 4.0% del PIB para 2025, esta transferencia ofrece un alivio limitado.
La correcta canalización del remanente puede ofrecer beneficios marginales, pero no sustituye la necesidad de una estrategia fiscal sostenible y estructural.
Ganancias cambiarias y su efecto contable
Las ganancias cambiarias son un componente clave del remanente. Cuando el peso se deprecia frente al dólar, el valor en pesos de las reservas internacionales aumenta, generando una utilidad contable. En 2024, esta depreciación fue del 23%, lo que elevó el valor de las reservas (aproximadamente 220 mil millones de dólares) en términos nominales. Sin embargo, este efecto no siempre se traduce en recursos líquidos inmediatos.
Muchas veces, estas ganancias deben destinarse primero a cubrir pérdidas acumuladas de ejercicios anteriores o a fortalecer el capital de Banxico. Esto explica por qué, pese a una depreciación significativa, el remanente fue menor al esperado. Las proyecciones de analistas como Barclays y Citibanamex estimaban montos entre 110,000 y 170,000 millones de pesos, lo que generó una brecha de expectativas frente a la realidad.
Este fenómeno subraya la necesidad de considerar los factores contables y legales al proyectar ingresos derivados de movimientos cambiarios.
Impacto fiscal y sostenibilidad de la deuda
El impacto del remanente sobre la sostenibilidad fiscal es limitado pero relevante. En un entorno de deuda pública creciente —que alcanzará 18.8 billones de pesos en 2025, equivalente al 52.3% del PIB—, cualquier ingreso adicional ayuda a contener el déficit. El costo financiero de esta deuda ya representa el 15% del presupuesto federal, lo que reduce el margen de maniobra para otros rubros.
Al usar el 70% del remanente para reducir deuda, el gobierno puede disminuir ligeramente su necesidad de financiamiento, aunque su efecto será transitorio. La clave está en utilizar estos recursos para amortizar pasivos con tasas elevadas o vencimientos cercanos, maximizando el impacto fiscal de cada peso.
En este contexto, el remanente es más una herramienta táctica que una solución estructural a los desafíos fiscales de largo plazo.
Riesgos cambiarios y volatilidad externa
El tipo de cambio es uno de los mayores determinantes del remanente. En este sentido, los riesgos externos como tensiones geopolíticas, alzas en tasas de interés globales o conflictos comerciales pueden presionar al peso mexicano. En abril de 2025, por ejemplo, México registró una fuga neta de 64,418 millones de pesos en instrumentos gubernamentales, cuadruplicando el monto del remanente.
Además, las presiones comerciales derivadas de nuevas tarifas impuestas por Estados Unidos han incrementado la incertidumbre. Estas circunstancias reducen las proyecciones de crecimiento y afectan la percepción de riesgo país, lo que a su vez impacta en la estabilidad cambiaria.
La volatilidad cambiaria, si bien puede generar remanentes, también puede erosionar la confianza y aumentar el costo del financiamiento para el país.
Esterilización monetaria y control inflacionario
Uno de los desafíos asociados al uso de remanentes es su posible efecto inflacionario. Al inyectar liquidez a la economía, existe el riesgo de desalinear la política monetaria. Para evitar esto, Banxico aplica operaciones de mercado abierto que esterilizan el exceso de dinero, manteniendo la congruencia con su mandato de control de inflación.
En este sentido, la independencia de Banxico es clave. El banco ha reiterado su compromiso con la estabilidad de precios, lo que implica absorber cualquier presión inflacionaria derivada del uso del remanente. Esta estrategia asegura que la política fiscal del gobierno no interfiera con los objetivos monetarios a través de canales indirectos.
La coordinación técnica entre política fiscal y monetaria es esencial para preservar el equilibrio macroeconómico.
Transparencia y confianza del mercado
La diferencia entre las proyecciones de los analistas y el monto real del remanente ha generado dudas sobre la transparencia de los procesos contables en Banxico. Aunque la institución cumple con sus obligaciones legales, la falta de comunicación proactiva genera asimetrías informativas que afectan la confianza del mercado.
Una mayor claridad en los criterios y cálculos del remanente permitiría a inversionistas y analistas ajustar sus expectativas y reducir la volatilidad informativa. De esta forma, se evitarían sorpresas que puedan impactar en los mercados financieros o en la planeación presupuestaria del gobierno.
La transparencia operativa fortalece la credibilidad institucional y reduce la percepción de riesgo.
Autonomía del banco central
La autonomía de Banxico es uno de los pilares de la estabilidad macroeconómica en México. La gestión del remanente debe mantenerse al margen de presiones políticas que buscan utilizar estos recursos como instrumento de financiamiento recurrente. En años anteriores, hubo intentos de modificar la ley para forzar entregas aún sin ganancias cambiarias, lo cual habría comprometido la solidez financiera del banco.
En la práctica, garantizar que las decisiones sobre el remanente se tomen con base en criterios técnicos es fundamental para preservar la independencia de la institución. Cualquier intento de politizar el proceso puede tener consecuencias negativas en la percepción de los mercados internacionales.
La autonomía de Banxico no solo protege la estabilidad monetaria, sino también la integridad del sistema financiero.
Perspectivas fiscales para 2025
Para 2025, el panorama fiscal se presenta desafiante. Con un déficit proyectado del 4.0% del PIB y una economía creciendo apenas al 1.9%, el espacio fiscal será limitado. En este contexto, los ingresos extraordinarios como el remanente de Banxico pueden ofrecer alivio temporal, pero no sustituyen la necesidad de una reforma fiscal integral.
La consolidación fiscal requerirá revisar exenciones, ampliar la base tributaria y mejorar la eficiencia del gasto. Además, se deben fortalecer los mecanismos anticíclicos como el FEIP para enfrentar futuras crisis sin recurrir a endeudamiento excesivo.
El remanente debe entenderse como una oportunidad limitada que, bien gestionada, puede contribuir a la disciplina fiscal en el corto plazo.
Recomendaciones para actores clave
Gobierno federal
- Usar el remanente para amortizar deuda costosa.
- Reforzar el FEIP como herramienta anticíclica.
- Transparentar las estimaciones fiscales anuales.
Banxico
- Preservar su independencia operativa.
- Publicar informes detallados sobre el cálculo del remanente.
Inversionistas y analistas
- Incorporar elementos contables históricos en sus modelos.
- Monitorear riesgos cambiarios y expectativas de inflación.
Estas acciones coordinadas pueden mejorar la eficiencia del uso del remanente y fortalecer la estabilidad macroeconómica del país.
Conclusión
El remanente de operación entregado por Banxico en 2024, aunque modesto, representa una oportunidad para reforzar la disciplina fiscal y fortalecer los instrumentos de estabilización económica. Su manejo técnico, transparente y prudente es fundamental para evitar distorsiones monetarias y mantener la credibilidad de las instituciones. En un entorno de alta incertidumbre, cada decisión fiscal cuenta, y el uso estratégico de estos recursos marcará una diferencia en la sostenibilidad futura de las finanzas públicas.