Remesas en caída: impacto económico y oportunidades estratégicas para México en 2025

Remesas en caída: impacto económico y oportunidades estratégicas para México en 2025. Analizamos causas, efectos y estrategias para empresas, inversionistas y familias mexicanas.

Introducción

La reciente caída de las remesas a México ha encendido las alarmas tanto en el ámbito económico como social. Con una contracción del 8.3% en agosto de 2025 y una disminución acumulada del 5.9% en lo que va del año, este fenómeno tiene implicaciones que trascienden las cifras. Las remesas, que representan una fuente vital de ingreso para millones de familias mexicanas, están viéndose afectadas por factores estructurales y coyunturales. En este artículo, exploramos en profundidad las causas, consecuencias y oportunidades de este evento para empresas, inversionistas y responsables de política económica.

La importancia estructural de las remesas en México

Las remesas se han consolidado como una de las principales fuentes de divisas para México, superando incluso los ingresos por turismo y petróleo en algunos años. Representan una parte significativa del PIB y son fundamentales para el sustento de millones de hogares. En 2024, las remesas alcanzaron un récord de 63,000 millones de dólares, un flujo clave para la estabilidad de muchas economías locales, especialmente en zonas rurales.

Un ejemplo notable es el estado de Michoacán, que ha liderado históricamente la recepción de remesas. En 2024, más del 10% del ingreso estatal provino de este concepto. Esta dependencia refleja no solo la importancia económica, sino también la dimensión social del fenómeno migratorio mexicano. La caída actual pone en riesgo la estabilidad de estos estados.

En resumen, las remesas funcionan como un amortiguador económico, y su contracción amenaza con amplificar la pobreza y la desigualdad regional.

Factores macroeconómicos globales detrás de la caída

Las economías desarrolladas, especialmente Estados Unidos, han enfrentado una desaceleración en 2025. La inflación persistente, el endurecimiento de la política monetaria y un mercado laboral menos dinámico han deteriorado la capacidad de ingresos de los migrantes mexicanos. Estos factores macroeconómicos impactan directamente en la cantidad de dinero que pueden enviar a sus familias.

Por ejemplo, el sector construcción en EE.UU., que emplea una gran proporción de trabajadores mexicanos, registró una contracción del 3.2% en el segundo trimestre de 2025. Esta reducción en la actividad económica ha generado menor empleo y caída en los salarios, afectando el flujo de remesas.

La conclusión es clara: los flujos de remesas están estrechamente ligados a la salud económica de los países receptores de migrantes, y cuando esta se debilita, el impacto se traslada directamente a los hogares en México.

Impacto de las políticas migratorias en EE.UU.

El endurecimiento de las políticas migratorias estadounidenses ha sido otro factor determinante. En 2025, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) intensificó operativos en zonas con alta concentración de migrantes, generando miedo e incertidumbre entre la comunidad mexicana. Esta presión ha afectado la estabilidad laboral y emocional de millones de migrantes.

Un caso específico ocurrió en Florida, donde redadas masivas provocaron el cierre temporal de varios negocios agrícolas. Muchos trabajadores dejaron de enviar remesas por temor a ser detectados. Las transferencias desde ese estado cayeron un 11% en comparación con agosto de 2024.

La inseguridad jurídica y económica reduce la capacidad de envío y altera los patrones de remesas. El efecto acumulativo de estas políticas restrictivas puede prolongar la caída observada.

El deterioro del poder adquisitivo de las remesas

Más allá de la caída en dólares, el verdadero impacto se siente cuando se mide el poder adquisitivo real. La apreciación del peso mexicano frente al dólar y la inflación en México han erosionado el valor efectivo de las remesas. En términos reales, la contracción fue del 13.1% interanual en agosto.

Por ejemplo, si una familia recibía 400 dólares mensuales en 2024, hoy con el mismo monto puede comprar un 13% menos de bienes y servicios esenciales. Esto representa una reducción directa en el bienestar de millones de personas.

Este fenómeno agrava la vulnerabilidad económica de los hogares dependientes y exige estrategias de ajuste tanto a nivel familiar como gubernamental.

Reducción en el número y monto de envíos

Los datos del Banco de México muestran una reducción del 7.2% en el número de operaciones y una baja del 1.2% en el monto promedio por transferencia. Esta doble caída indica que no solo hay menos personas enviando dinero, sino que quienes lo hacen, están enviando menos.

Por ejemplo, en agosto se registraron 13.9 millones de operaciones con un promedio de 402 dólares. En el mismo mes de 2024, hubo 15 millones de transacciones con un promedio de 407 dólares. Esta contracción refleja una pérdida de capacidad económica y confianza por parte de los migrantes.

La disminución en frecuencia y volumen de los envíos podría tener efectos multiplicadores negativos en las economías regionales altamente dependientes.

El impacto humano: hogares y comunidades vulnerables

Actualmente, 1 de cada 25 hogares en México depende de las remesas, lo que equivale a 1.533 millones de familias. Aunque esta cifra ha disminuido respecto a años anteriores, sigue siendo un componente esencial para el sustento diario de millones de personas.

En zonas rurales de Chiapas y Guerrero, las remesas representan hasta el 30% del ingreso familiar. La reducción de estos ingresos ha obligado a muchas familias a reducir gastos básicos, incluyendo salud, educación y alimentación.

El impacto humano es profundo y tiene implicaciones sociales de largo plazo, desde el abandono escolar hasta el aumento de la migración interna.

Concentración geográfica del fenómeno

Los estados más afectados por la caída de remesas son Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Guerrero y Chiapas. En estas entidades, las remesas superan incluso a los programas sociales en volumen y frecuencia.

Por ejemplo, en Michoacán, las remesas representaron el 11.6% del PIB estatal en 2024. Una caída del 10% en estos flujos podría provocar una contracción del 1% en el PIB local, afectando empleo, consumo y recaudación fiscal.

Esta concentración geográfica implica que cualquier estrategia de mitigación debe tener un enfoque territorial y considerar las características socioeconómicas locales.

Proyecciones para el cierre de 2025

Las estimaciones indican que las remesas podrían cerrar el año en 61,000 millones de dólares, lo que implicaría una caída del 5.8% anual. Esta sería la mayor contracción desde la crisis financiera de 2008.

Este pronóstico está respaldado por la persistencia de las condiciones adversas tanto en EE.UU. como en México. A menos que haya un cambio significativo en las políticas migratorias o una recuperación del mercado laboral estadounidense, la tendencia negativa podría extenderse hasta 2026.

El panorama es incierto y requiere atención coordinada de autoridades, empresas y organismos multilaterales.

Lecciones del contexto histórico

Esta no es la primera vez que México enfrenta una caída en las remesas. Entre 2008-2009, durante la Gran Recesión, los flujos cayeron más del 15%. Sin embargo, a diferencia de aquella crisis, hoy existe una mayor diversificación geográfica de los migrantes y un uso más intensivo de tecnología financiera.

La resiliencia demostrada en años pasados sugiere que con políticas adecuadas y una recuperación económica global, los flujos podrían estabilizarse e incluso repuntar hacia 2026.

Entender los ciclos pasados permite diseñar estrategias más efectivas para enfrentar crisis presentes y futuras.

Oportunidades para empresas del sector financiero

La caída en remesas abre oportunidades para empresas fintech y de servicios financieros. Al ofrecer mejores tipos de cambio, comisiones más bajas y plataformas digitales accesibles, estas empresas pueden capturar una mayor cuota de mercado.

Startups como Félix Pago o Remitly han crecido al permitir envíos rápidos vía WhatsApp o apps móviles con comisiones reducidas. Este tipo de innovación puede ayudar a mitigar el impacto económico para las familias receptoras.

Además, hay espacio para desarrollar productos financieros complementarios como microseguros, ahorro programado o créditos con garantía en remesas.

Estrategias para empresas en regiones receptoras

Las empresas que operan en estados con alta dependencia de remesas deben ajustar su estrategia comercial. Esto incluye diversificar productos hacia bienes de primera necesidad, optimizar inventarios y ofrecer promociones más agresivas para mantener la demanda.

Empresas del sector retail, como Bodega Aurrera o Coppel, ya adaptan sus modelos locales según el flujo de remesas. En periodos bajos, fortalecen su estrategia digital y alianzas con programas gubernamentales de apoyo al consumo.

La capacidad de adaptarse a la nueva realidad económica será clave para la supervivencia y rentabilidad en estas zonas.

Recomendaciones para migrantes y familias mexicanas

Ante la incertidumbre, es fundamental que las familias receptoras optimicen el envío y uso de remesas. Herramientas como el comparador de Profeco ayudan a elegir la mejor opción en comisiones y tipo de cambio.

Asimismo, se recomienda evitar envíos en fines de semana y optar por plataformas digitales que ofrezcan tasas competitivas. También es recomendable diversificar el ingreso familiar mediante emprendimientos locales o programas de capacitación laboral.

Una gestión más estratégica de los recursos puede hacer una diferencia significativa en el bienestar de las familias afectadas.

Conclusión: Un reto sistémico con soluciones estratégicas

La caída de las remesas en 2025 representa un reto complejo que exige respuestas estructurales y coordinadas. Las empresas deben adaptarse, los gobiernos deben intervenir con políticas focalizadas y los migrantes deben buscar nuevas formas de resiliencia económica.

Este fenómeno no solo mide el flujo de dinero, sino también la salud de las relaciones transnacionales y la capacidad del sistema económico para adaptarse a cambios globales. La clave está en transformar esta crisis en una oportunidad para innovar, diversificar y fortalecer las comunidades vulnerables.

El momento de actuar es ahora, con inteligencia, estrategia y visión de largo plazo.

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