Introducción
Las remesas han sido durante décadas una fuente vital de ingresos para millones de familias mexicanas. Sin embargo, su impacto trasciende lo social y lo familiar: hoy representan un componente estructural del sistema económico y fiscal del país. El reciente hallazgo de que el IVA generado por el consumo derivado de remesas asciende a más de 10,378 millones de pesos ha puesto de relieve su relevancia tributaria. Este artículo analiza el papel creciente de las remesas en las finanzas públicas, la economía doméstica y la política fiscal mexicana.
El rol de las remesas en la economía mexicana
Las remesas representan el 4.2% del PIB nacional, una cifra que supera los ingresos petroleros, tradicionalmente prioritarios en la economía. Su crecimiento sostenido responde a factores como el robustecimiento del mercado laboral en EE.UU. y la mayor eficiencia en canales digitales de envío. En 2024, México recibió 64,745 millones de dólares en remesas, frente a los 24,402 millones en 2014, lo que implica un crecimiento de más del 165% en una década.
Este flujo constante ha permitido a millones de hogares mexicanos mejorar su calidad de vida, pero también ha generado efectos colaterales importantes en la estructura de consumo nacional. El gasto derivado de estas transferencias representa una fuente indirecta de recaudación fiscal, principalmente vía el Impuesto al Valor Agregado (IVA).
En resumen, las remesas han evolucionado de ser un sustento familiar a convertirse en una variable macroeconómica clave y una fuente indirecta de ingreso tributario.
Composición del gasto derivado de remesas
El uso de las remesas se concentra principalmente en tres rubros: consumo básico (62%), inversión productiva (18%) y ahorro formal (12%). Esta distribución permite entender cómo se genera el IVA: mientras el consumo básico impulsa directamente la recaudación, la inversión y el ahorro lo hacen de forma más estructural.
Por ejemplo, una familia que recibe 10,000 pesos en remesas y los destina a alimentos y servicios públicos genera aproximadamente 1,600 pesos en IVA, dado el promedio de 0.16 pesos de IVA por cada peso gastado. Esta dinámica se repite en millones de hogares, generando una base imponible significativa.
Este patrón de consumo muestra cómo el ciclo económico familiar influye directamente en los ingresos fiscales del país, lo que refuerza la necesidad de políticas públicas que integren este fenómeno.
Impacto fiscal: Recaudación del IVA
El estudio del CEFP reveló que el gasto asociado a remesas generó en 2024 una recaudación de 10,378 millones de pesos por concepto de IVA. Esta cifra representa el 0.93% del total de remesas y equivale al 38.4% del presupuesto del INE y al 15.6% del presupuesto para el sector salud en 2025.
Esto implica que el flujo de remesas no solo tiene un efecto económico, sino también un efecto fiscal directo, que contribuye al financiamiento de programas públicos esenciales. Este hallazgo redefine el papel de las remesas en la arquitectura financiera nacional.
En conclusión, el IVA derivado del gasto con remesas se ha convertido en una fuente fiscal no despreciable, lo que obliga a considerar estas transferencias en la planeación tributaria del Estado.
Distribución sectorial del IVA generado
Los sectores que más contribuyen al IVA derivado de remesas son: alimentos procesados (34%), electrodomésticos (22%), servicios educativos (15%) y telecomunicaciones (12%). Esta distribución refleja los hábitos de consumo de los hogares receptores y las tasas diferenciadas de gravamen en cada rubro.
Por ejemplo, los alimentos procesados están sujetos a tasas de IVA que oscilan entre el 8% y el 16%, dependiendo del producto. Las compras de electrodomésticos, aunque menos frecuentes, tienen un valor elevado y generan una carga fiscal significativa por transacción.
Esta segmentación permite identificar oportunidades para diseñar políticas fiscales más progresivas, ya que actualmente existe una presión regresiva en los hogares de bajos ingresos que destinan más de su ingreso al consumo inmediato.
Comparativo internacional: México vs. América Latina
Cuando se analiza el índice de intensidad fiscal (IVA recaudado contra total de remesas), México alcanza un 0.93%, por encima de Guatemala (0.67%) y El Salvador (0.51%), pero por debajo del promedio OCDE (1.2%). Esto evidencia una mayor formalización en los canales de recepción en México, pero también un margen de mejora en eficiencia recaudatoria.
Repúblicas como Filipinas han logrado integrar el sistema de remesas a su estructura tributaria con esquemas de devolución y reinversión que fomentan el uso bancarizado. México podría seguir este modelo para optimizar sus ingresos sin incrementar la carga fiscal.
Este comparativo internacional permite visualizar las mejores prácticas que podrían adaptarse al contexto mexicano para fortalecer la recaudación sin afectar a los receptores.
El papel de la bancarización en la trazabilidad fiscal
La bancarización de las remesas ha permitido una mayor trazabilidad fiscal. Actualmente, el 65% de las remesas se reciben a través de cuentas bancarias o aplicaciones digitales, lo que mejora el monitoreo de los flujos y facilita la recaudación indirecta.
Por ejemplo, plataformas como BBVA Wallet o TransferWise permiten registrar cada paso de la operación, desde el envío hasta el destino final del dinero. Esta información es clave para estimar el IVA potencial y diseñar estrategias de control fiscal más efectivas.
Así, la bancarización no solo favorece la inclusión financiera, sino que también constituye una herramienta de formalización fiscal que beneficia tanto al Estado como a los usuarios.
Vulnerabilidades macroeconómicas asociadas
La dependencia de las remesas expone a México a riesgos externos como cambios en la política migratoria de EE.UU., fluctuaciones cambiarias y crisis económicas en el país emisor. Según Citi Research, un descenso del 10% en las remesas provocaría una caída del 7.8% en la recaudación de IVA asociada.
Esto se debe a que el modelo económico de muchas regiones mexicanas está atado a la entrada constante de divisas por remesas. Estados como Michoacán y Zacatecas dependen en más del 35% de sus ingresos domésticos de estos flujos.
Por tanto, es fundamental diversificar las fuentes de ingreso regional y nacional para reducir esta vulnerabilidad estructural.
Brechas regulatorias y tecnológicas
El Banco Mundial identifica tres principales brechas que limitan el aprovechamiento fiscal de las remesas: regulación, operación y tecnología. Solo el 12% de los agentes pagadores cumple con políticas KYC/AML, y el 43% de los municipios carece de acceso a banca móvil.
Además, el costo promedio por transacción de remesas aún se sitúa en 5.7%, lo que desalienta el uso de canales formales. Esta situación impide ampliar la base gravable y limita los beneficios fiscales potenciales.
La modernización de la infraestructura financiera y regulatoria es esencial para cerrar estas brechas y aumentar la eficiencia del sistema.
Oportunidades para políticas públicas
El gobierno puede aprovechar este fenómeno para implementar políticas que mejoren la eficiencia recaudatoria sin incrementar la carga fiscal. Algunas estrategias incluyen incentivos fiscales para inversión comunitaria, educación financiera con enfoque impositivo y esquemas de tributación simplificada para agentes pagadores.
Por ejemplo, un esquema SIMPLE-TAX para pequeños operadores de remesas podría facilitar el cumplimiento fiscal y aumentar la base contributiva sin generar resistencia social.
Estas políticas no solo mejoran la recaudación, sino que también promueven el desarrollo económico regional.
Innovación financiera desde el sector privado
Las instituciones financieras tienen un papel clave en la optimización del impacto fiscal de las remesas. Productos híbridos que automaticen retenciones, alianzas estratégicas con operadores de remesas y modelos predictivos basados en inteligencia de datos pueden revolucionar el sector.
BBVA, por ejemplo, ha desarrollado herramientas que permiten a los usuarios destinar parte de sus remesas a inversiones automáticas o pago de impuestos, mejorando la formalización y el control fiscal.
Estas soluciones tecnológicas permiten un ecosistema más eficiente y sostenible, tanto para los usuarios como para el fisco.
Recomendaciones para los hogares receptores
Las familias que reciben remesas pueden optimizar su impacto económico y fiscal al priorizar el gasto en bienes exentos de IVA, utilizar canales formales y participar en programas comunitarios de inversión.
Además, la educación financiera resulta clave para entender cómo decisiones de gasto impactan la economía familiar y nacional. Herramientas digitales con módulos fiscales pueden empoderar a los usuarios para tomar decisiones más informadas.
Así, los hogares dejan de ser solo receptores pasivos y se convierten en actores activos del desarrollo económico local.
Conclusión
El impacto fiscal de las remesas en México ha alcanzado una magnitud que ya no puede ser ignorada. Más allá de ser un salvavidas financiero para millones de familias, hoy son una fuente relevante de recaudación fiscal y un motor de dinamismo económico. Su correcta gestión, trazabilidad y aprovechamiento requieren una colaboración estrecha entre el sector público, privado y la sociedad civil.
El reto está en diseñar un marco institucional que equilibre la eficiencia fiscal con la justicia social, asegurando que este fenómeno siga siendo una palanca de desarrollo y no una fuente de vulnerabilidad.